“Imagina a Dios Madre en lugar de Dios Padre,
en lugar de una luz
cegadora una oscuridad impenetrable de la que surge todo”.
OM. Alan Watts
La Negra, en
femenino, es el simbolismo del principio uterino, lo receptivo, el vacío y la
oscuridad que contiene el brillo de la luz. Para salir de la actitud machista y
chauvinista del principio femenino como el juicio y el significado de todo lo
terrible y negativo, habría que ver que todas esas connotaciones
inquisitoriales, muchas veces provienen de las impresiones sustanciales del
inconsciente profundo de lo masculino (El Negro). En el principio vivificador
femenino pues, existe una luz cegadora para los que no quieren ver en la
“oscuridad impenetrable” la expresión de la verdad, de donde surge todo, el
principio integral del cosmos, el fundamento espacial de las cosas y la energía
temporal donde el vacío está contenido, aunque en realidad contiene toda la
eternidad del Universo.
La
representación Negra de esta obra plástica contiene sustancias sutiles,
celestes, del cosmos, de la vía láctea e ígnea, de la aérea, de la biología, la
física y la del espíritu general del
mundo. En virtud de este poder universal, la obra trasciende su género, su
especie, su figura y su virtud. La base de esta obra es realmente femenina, y
masculina en su forma.
En
lo profundo de la mujer de Beatriz Zamora existe una beatitud inmóvil,
fulminante y alucinada, que sueña el fruto de todas sus semillas, dispone por
naturaleza con el poder de soñar un universo y crearlo, darle luz, germinarlo,
engendrarlo de pedrerías como joyas o
riquezas de su intimidad, busca alentarlo desde su vientre bajo la concavidad
de sus manos. Le ofrece todo lo mejor que hay en ella. Sus manos cuidarán,
vigilaran, alimentaran, formaran y crearan lo soñado para poder darle
profundidad a sus recuerdos. Hay seducción, paz, intimidad y esmero para
manipular esa arcilla oscura para darle forma a su creación. Cada parte de la
masa y sus materiales ígneos tienen una medida, un peso, una precisa maestría
para calibrar el interior y el exterior de la materia en la obra. En esos
momentos no se duda, la estructura creada se pone al desnudo bajo una superficie
de madera o de tela con la intención de que salga a la luz una maravillosa
pedrería obscura, para que pueda salir a la superficie la oscuridad viva de una
obra de poder, el poder de ese fósil de luz que envuelve y nos envuelve en su
seno: la tierra negra de nuestra madre oscura.
La
intimidad femenina de la tierra es descubierta como un alhajero de innumerables
joyas: cuarzos, piritas, amatista, carburos de silicio, carbones vegetales y
minerales, obsidianas, etc. Todos estos ensueños infinitos son una riqueza sin
límites. Este elixir mercurial es Negra porque su negritud es la materia
dramática y sustancial que purifica con la verdad los valores de las pasiones
humanas. Blanquea con la fuerza de elevado espíritu la vulgaridad ordinaria con
que las impurezas del alma muchas veces fija en sus arrebatos, suposiciones y
conjeturas. Es una obra que apacigua, da paz, transforma la inquietud en
silencio. La obra absorbe lo negativo para purificarlo en luz. Se come todo aquello negativo para
transformarlo en humanidad, en hermandad, en paz. Por eso, esta obra Negra
tiene todos los colores y todas las potencias. La pasión la transforma en
creación, y todos los humores humanos los mejora en virtudes infusas y fuerzas
de ensoñación.

La tenacidad
inquebrantable para imaginar y crear un universo material de Negrura ha sido
posible gracias a la marca imborrable de una mujer mexicana. Ella ha logrado su
identidad bajo el indeleble temple de un espíritu que es de nuestro tiempo,
pero que a la vez está más allá de nuestra era. Esta obra es para el infinito
de los tiempos, para dar voz a la reconciliación en todas sus formas y facetas.
Cuando se tiene una convicción íntima no se lucha en vano. Las imágenes
profundas de su alma despertaron desde la profundidad de su ser para despertar
los valores sensibles esenciales de toda humanidad. Su obra participa de la
negrura más profunda de toda fuerza primaria, de todo poder primitivo para dar
voluntad a la mano de una humanidad que busca orientación y consuelo, sabiduría
y paz, sosiego y paciencia, coherencia y verdad.